miércoles, 28 de noviembre de 2012

ISSSTE. El naufragio de la “reforma” Calderón

Gustavo Leal Fernández

 

Resultó más cara que la ley 1983 que abrogó, fue incapaz de mejorar servicios y al no generar empleo en el Aparatado B, no integró el número de trabajadores que se requerirán para financiar las prestaciones que ofrece otorgar.

La precipitación de Calderón para imponerla -buscando achicar su déficit de legitimidad por la elección 2006- se tradujo en una aguda “corrida pensionaria” cuyos altos costos son patentes.

Durante 2011 las pensiones en curso de pago al cargo de Hacienda sumaron casi 95 mil MP, superando 66 por ciento el presupuesto para ese mismo año. Para el consultor Marco Cancino este incremento es “alarmante” y su crecimiento no se detendrá: casi 44 por ciento de los pensionistas “tienen 65 años o más y el 20 por ciento entre 60 y 64”.

¿Intentará nuevamente el ministro Sergio Valls desde la SCJN (¿asesorado por el subsecretario de Hacienda José Antonio González Anaya?) dictar otra jurisprudencia -como la que trató infructuosamente imponer a los trabajadores asegurados por el IMSS (Jurisprudencia 85-2010, 9 de junio 2010)- para reducir el impacto de la “corrida pensionaria” originada por Calderón?

Además, la “reforma” fue opacamente administrada por Miguel Angel Yunes y Jesús Villalobos. Esa “reforma” fracasó, pero también sus turbias administraciones. Además de nombrar a Guillermo Soberón al frente del Consejo Asesor Científico y Médico ¿qué “agregó” Sergio Hidalgo Monroy, el tercer director calderonista?

En su Informe de la Cuenta Pública 2010, la Auditoria Superior de la Federación (ASF) detectó afectaciones económicas por 430 MP debido a compras de medicamentos donde el ISSSTE no aseguró el mejor precio posible, así como subcontrataciones de servicios con terceros (laboratorios clínicos y bancos de sangre) que por “deficiente evaluación de las necesidades” causaron que hospitales del Instituto dejaran de realizar 150 mil estudios. Esos contratos plurianuales con empresas privadas se adjudicaron sin tomar en cuenta las necesidades reales (estudios, insumos, consumibles y reactivos) de los nosocomios. Por ejemplo, el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre “no recibe beneficios por los convenios de subrogación de servicios de cirugía de mínima invasión”. Las unidades médicas tampoco contaron con controles de calidad externa que garantizaran la confiabilidad de las pruebas clínicas. Los funcionarios encargados de elegir a los proveedores tampoco verificaron que el ISSSTE tuvieran acceso a los mejores precios.

Igualmente, la ASF pidió fincar responsabilidades a los funcionarios del ISSSTE que en 2010 asignaron el contrato de red privada de telecomunicaciones a Bestel, filial de TELEVISA, por 2 mil MP: “se determinaron irregularidades en la elaboración del estudio de mercado y de las bases de licitación. No se garantizaron la transparencia, ni las mejores condiciones para la entidad. No se aplicaron penalizaciones por retrasos en la entrega de los servicios contratados” (febrero).

Hidalgo también se ajustó a la “vigilancia” de uno de los principales promotores de la “reforma”: el SNTE gordillista. Al decir de su secretario general, Juan Díaz de la Torre, cinco años después “no se ha avanzado” en los objetivos planteados, a más de que exige “transparentar” el presupuesto, las licitaciones, “rendir cuentas” sobre la aplicación de los recursos y “resolver” el desabasto de medicamentos. También aguardaron que Hidalgo abatiera con urgencia el rezago e insuficiencias en infraestructura hospitalaria, acelerara la modernización del equipo médico y paramédico, así como mejorara la profesionalización. El SNTE esperó que se “fortalezca” el funcionamiento de PENSIONISSSTE y se “redoblen” los esfuerzos en vivienda (febrero).

El nuevo hospital de Querétaro que inauguró Calderón presentó fallas en su estructura, es de pésima calidad, no es funcional y persistió la falta de médicos y enfermeras, desabasto, mientras las citas se otorgaban con plazos de cuatro a seis meses (febrero).

La ASF también detectó irregularidades por más de 650 MP en TURISSSTE: contratos que están fuera de su giro, adjudicados de manera directa y sin aclarar los criterios de selección. De entre 27 expedientes examinados, sólo 1 estuvo relacionado con servicios turísticos para derechohabientes del Instituto.

Después de los escandalosos fracasos de Yunes y Villalobos, en marzo 2012 Hidalgo estableció el enésimo programa para “garantizar” el abasto de medicamentos e insumos, bautizado como “Tablero de Control” y según el cual “la existencia” de fármacos alcanza el 96 por ciento “en almacén” y sólo 88 por ciento “en unidades médicas”! Aunque, según Hidalgo, se mantiene vigente un contrato de distribución “para repartir a tiempo en más de 800 puntos del país y que permite entregar en 8 horas un medicamento que se solicite urgente”. La factura para la compra de fármacos e insumos, alcanza 14 mil MP en 2012. “Ahora sí tengo el control y monitoreo del proceso de punta a punta”! Los vales “no resuelven el problema, pero seguirán utilizándose en eventuales crisis”. Y hasta el expediente clínico electrónico “servirá” para “verificar la cadena de abasto”.

Según Hidalgo, si después de la aplicación del nuevo sistema seguían los problemas “será por falta de planeación de las delegaciones estatales y las unidades médicas”!

Sobre la multitud de demandas sobre los créditos de vivienda que se otorgaron por encima de la capacidad de pago de los derechohabientes, Hidalgo aseguró que la Junta Directiva ya dispone de un programa de reestructuración “con un mayor plazo para llevar el pago”.

Con la asesoría de Guillermo Soberón ¿qué tecnócrata hacendario peñista entrará al relevo para, ahora sí, “mejorar los servicios”?

Redacción

El presente artículo del doctor Gustavo Leal Fernández, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, se publicó por primera vez en el periódico La Jornada el sábado 24 de noviembre de 2012.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Pie de página

Por: Daniel Payares

Twitter: @errordematrix


Una vez, cuando niño, hice una ciudad de papel con recortes de un libro de cuentos. La dividí en dos partes: una parte era fragilidad estructurada; el resto eran cenizas esperando nacer. Mil historias yacían sobre ella. Tenía una sola estación porque era incapaz de soportar cambios bruscos, como la mayoría de nosotros. La hice con dos entradas, pero para mí eran vías de escape. Las calles eran de un solo sentido porque regresarse estaba prohibido. Podía pasar horas imaginando los habitantes: gente común y corriente compartiendo historias bajo sus pies. Los veía levantarse temprano y besar a sus niños antes de tomar camino a sus pequeños trabajos ficticios para luego quejarse de que los días parecían infinitos; lo cierto es que lo eran. Fue bueno por un tiempo, pero entendí que la imaginación también nos puede esclavizar, no hay manera de crear vida sin sesgar un poco de la nuestra como materia prima. En ese momento decidí que debía pasar la página. Era un pueblo, pero lo convertí en humo para cambiarlo de estado.

 

Diecinueve tazas de té

Por: Carlos LM

Twitter: @bigmaud


El mal humor recorre las calles. Va por ahí como la gran nube invisible. Ha invadido los pasillos, las habitaciones e incluso algunos baños. Su víctima preferida son las personas. Se busca espacio en los cuerpos a través de las conversaciones u otros tipos de contacto.

La parte del contagio es aterradora. La transmisión se presenta de forma sencilla y contundente. Pocos han conseguido librarse. Quienes padecen el mal terminan por manifestar conductas agresivas caracterizadas por la comunicación con base en gritos o el uso reiterado de insultos. Otros síntomas provocan que se estacionen enfrente de cocheras, escupan a flores, golpeen a vagabundos, tiren la basura en el río e ignoren a quienes necesitan ayuda. Lo paradójico es que sus víctimas, lejos de renegar esta clase de comportamientos, deciden incorporarse al movimiento de calamidad. Una resignación en cadena gracias a la cual han surgido miles de malhumoradosmás.

Una vez desarrollado, el padecimiento resulta complicado de curar. Hasta ahora solo se conoce una forma de tratarlo, pero solo funciona en fases tempranas del contagio. Por ello se debe actuar rápido. En cuanto se ha tenido contacto con un malhumorado, es necesario acudir con un buenhumorado. Así se compensan los sentimientos. Ya con el equilibrio a cuestas es posible reintegrarse a la normalidad que no es más que el riesgo latente de volver a caer en el infierno.

Los malhumoradosabundan. Se encuentran en cada esquina y no dejan de propagarse. Es posible que la mayor parte de quienes lean este mensaje sean parte de ellos. El propósito es decirles que quizás aún no sea demasiado tarde para alcanzar la salvación. Si usted no ha golpeado el monitor o aventado la computadora por la ventana, acaso la nube maligna aún no penetre todos sus huesos,  que alguna porción de su pulmón izquierdo conserve cierta bondad. Si es el caso, siga por favor la siguiente operación.  

Primero respire hondo. Cuente hasta el cien. Valore cada número. Lance una bendición a la belleza del 9, arrodíllese ante el 42. Abandone el lugar en el que se encuentre y acuda a una de las casetas de información que tenemos instaladas a lo largo de la ciudad. Ahí encontrará un listado con los nombres y direcciones de algunos buenhumoradoscercanos a la zona. Elija a uno para ir a visitar. Será recibido con total encanto.

Reconocerá a estos filántropos gracias a una serie de claras señales: sonrisas, amabilidad, cariño.  En ocasiones son algo tímidos por el temor a que un malhumoradolos envenene. Pero si usted se acerca pacíficamente será recibido con los brazos abiertos. No se sorprenda si de pronto sueltan palabras llenas de cordialidad, no se tratan de seres desequilibrados que necesiten de un ajuste mental: por el contrario, son espíritus limpios al nivel de un recién nacido que aún no se ve contaminado por su entorno.

Una vez que haya convivido con un representante de esta especie, pase media hora con él. Verá cómo poco a poco su tranquilidad regresa. Sentirá un gran alivio con el cual podrá regresar a casa con su familia. Usted ha vuelto a ser un buenhumorado. Demuéstrelo deseando prosperidad a los desconocidos que encuentre por la calle. Propague las palabras de amor. Y únase a nuestra base de datos. Lo necesitamos para hacer de este mundo un lugar mejor.

 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Ella, esa, tú

Por: Alejandra Coral
Twitter: @ayflaca

 

Me enamoré de una mujer con la mirada vacía, con los labios desgastados, con la vida raída. Con marcas de rabia en la frente y cicatrices en la espalda. Me enamoré de una mujer con sudor a pasado.

 

Hay historias que sin duda, merecen ser contadas; otras, como ésta, simplemente enterradas debajo de una cama de hotel. Un hotel al cual nunca podré volver, un hotel al cual me prohibí la entrada, porque ahí está ella. Esa mujer. De costillas marcadas y abdomen escurrido. Ésa de la que casi no recuerdo nada o me niego a recordar.

 

A veces me gusta pensar que es ficción. Que esta historia es sólo un invento de mi soledad ridícula e imaginar detalles que nunca existieron. Detalles como el marrón de su cabello ondulado o su voz ronca y apagada que solía odiar. Detalles como esos, falsos quizás, ya no lo sé.

 

Es fácil engañar a la memoria cuando se trata de olvidar, y en eso me convertí, en un especialista después de conocerla. Desde que se fue, he gastado mis míseros minutos odiándola, escupiendo su ausencia, aplastando su imagen, rompiendo su sonrisa.

 

Intentándolo todo. Convenciéndome de nada.

 

Cuando te enamoras de un ser tan híbrido y vacío, te quedas con las manos hechas arena, hechas polvo, hechas ceniza, hechas dolor. Y así fue como me derrumbé ante su cuerpo, ante sus silencios, ante su indiferencia casual, ante su sombra.

Me enamoré de una mujer inocente. Una mujer que se quedó a vivir en el limbo de su propia existencia, de su mundo, de sus ideas. Una mujer que se olvidó de ella para poder respirar, para poder gritar con gestos casi imperceptibles que no era un humano, que era un animal. Que siempre utilizó sus instintos para ser, sus mentiras para parecer y sus arrebatos para fingir que era feliz. Una contradicción, una ficción, sólo eso.

 

Y eso precisamente, es lo que ella siempre ignoró: que tal como se creó, era imposible que existiera.

 

Por eso disparé.

 

El mercado universal

Por: Abraham Jácome

Twitter: @chicosintuiter

 

La historia del mercado universal en la capital de México se remonta al oscuro siglo XX, cuando las personas aún habitaban los edificios y había árboles vivos plantados a lo largo de la ciudad. En aquella época de incertidumbre se tenía una noción equivocada sobre la relación entre el hombre y las cosas, y se vivía con base en un primitivo sentido del desplazamiento. Me explico: era necesario llegar físicamente a los lugares para obtener los bienes o servicios necesarios a cambio de una compensación monetaria. Aquí no comentaré, sin embargo, la ineficacia del sistema económico especulativo ya arcaico. Dejemos el tema a los economistas. El propósito de este artículo es documentar brevemente el nacimiento del mercado universal.

En el siglo XX, el mercado como tal tenía mucho tiempo de existir. Éste es tan antiguo como la civilización, de ahí que en el pasado, la palabra “mercado” se usara también, de modo sinecdóquico, para referirse a las prácticas reguladas de intercambio a grande o pequeña escala. La universalidad, empero, es el agregado que, a partir del siglo XX y en especial el XXI, llegaría a constituir una de las mayores aportaciones de México al mundo antiguo.

Todo comenzó cuando las calles aún servían para transportar personas y mercancías. Entonces, la gente debía desplazarse todos los días para llegar a sus trabajos, escuelas, o prácticamente a cualquier lugar. Internet ya existía, pero aún no se aprovechaba su máximo potencial. En vez de eso, el movimiento físico en el espacio seguía siendo el recurso fundamental de la comunicación humana. En esa época ocurrió la explosión del llamado transporte público, idóneo para quienes no poseían un automóvil o un medio propio de desplazamiento.

El transporte público ofrecía numerosas opciones, desde autobuses: automóviles grandes que podían transportar una gran cantidad de personas; hasta microbuses, o bien, las llamadas “combis”: automóviles de tamaño mediano; y taxis: automóviles normales que desplazaban a las personas en el espacio con ayuda de un dispositivo o "taxímetro”[1], creado para calcular una tarifa dependiendo de la distancia recorrida. Algo equivalente a los actuales medidores de consumo de información, los cuales, sin embargo, no calculan ninguna tarifa porque, como todos sabemos, la información es gratuita y universal. No así el desplazamiento humano en el siglo XX.

Pero quizá el mayor de todos, el principal medio de transporte público de la capital del país, tanto por volumen de usuarios como por distancia recorrida, era el metro.

El metro se inauguró en 1969 y sirvió a los propósitos de desplazamiento de millones de personas que recorrían sus líneas trazadas a lo largo de la ciudad y segmentadas en estaciones. Esto es, cada línea tenía una ruta fija, la cual intersectaba con otras líneas del metro, o bien, con las propias de los demás medios de transporte, de modo que era posible trasladarse desde un punto cualquiera de la ciudad hasta otro, de forma relativamente fácil. Los trenes del metro consistían en vagones unidos entre sí longitudinalmente, con una capacidad aproximada de 150 personas cada uno, entre sentadas y paradas. Debido a su gran capacidad, velocidad de desplazamiento y automatización, el metro se convirtió rápidamente en el principal medio de transporte público de la ciudad.

En una época en que el sistema económico estaba regido por el comercio, el potencial del transporte público como centro material de negocios fue evidente casi desde sus inicios. Los autobuses, los microbuses y hasta las combis se convirtieron en lugares de intercambio. El metro no se podía quedar atrás. Al poco tiempo de su inauguración, los vagones se empezaron a llenar de “vendedores ambulantes”, o bien, personas que ofrecían productos a medida que iban recorriendo los vagones de los trenes una y otra vez.

El “ambulantaje”, como se le conocía a la actividad, tuvo al metro de la Ciudad de México como uno de sus principales focos. Esto se mantuvo así durante décadas, hasta que dio un salto en pos de la revolución comercial que nos ocupa describir en estas páginas. La mejor forma de explicarla es citando un testimonio de la época que el historiador Fernández Castro recoge en su libro El México dinámico: una historia del transporte público pre proto informático:

Era un hombre común y corriente, como los demás que íbamos en el vagón. Trajeado. Zapatos pulidos. Llevaba un maletín en las piernas e iba leyendo el periódico. El tren se detuvo en la estación Hidalgo, donde bajó y subió una buena cantidad de gente. El hombre se quedó sentado en su lugar, pero apenas el metro había vuelto a arrancar, guardó el periódico, se paró de su asiento y se puso a ofrecer un CD compilado en mp3 con éxitos de rock de los 80[2]. Me sorprendió bastante. Fue la primera vez que había visto algo así.[3]

Y no fue la última. La situación de la época y, en particular, la profunda crisis económica que se fue agravando en todos los países del mundo, propició que se repitieran estos incidentes. Las personas que viajaban a su trabajo, fuera el que fuera, empezaron a considerar la posibilidad de generar un ingreso extra uniéndose al ambulantaje de por sí ya voluminoso. Lo hacían, sin embargo, de forma discreta. Mujeres y hombres de todas las edades, principalmente productivas, se levantaban de sus asientos una o dos estaciones antes de llegar a su destino, extraían sus productos de una maleta o portafolios, y se ponían a ofrecerlos a medida que recorrían los vagones. Al llegar a su estación, guardaban de nuevo sus cosas y salían del tren rumbo a su trabajo para cumplir con su jornada laboral.

Esta actividad, que al principio resultó llamativa y, más adelante, conforme se hacía más común, se fue volviendo preocupante para los gobiernos local y federal, resume a la perfección el espíritu de la época; una basada en la subsistencia, el esfuerzo y la carencia, que, sin embargo, nunca estuvo exenta de creatividad. Y es que no solo la práctica en sí resultó innovadora para los ojos de la época, sino que los nuevos ambulantes –a quienes se empezó a llamar “ambulantarios”, como una fusión de los términos “ambulante” y “usuario”- ofrecían una amplia gama de productos que incluso superaba a la de los ambulantes originales. Se podía conseguir cualquier cosa, desde los CD, libros, herramientas de cocina y de taller, revistas, llaveros, baterías, encendedores, chocolates, dulces, chicles y botanas que los ambulantes tenían décadas de poner en oferta, hasta ropa, maquillaje, perfumes, medicinas, frutas y verduras, toda clase de alimentos enlatados, escobas, herramientas de jardín, carne, pescados y mariscos, televisores, microondas, y hasta productos aún más inverosímiles, como muebles, seguros, criptas, automóviles y toda clase de bienes raíces –todos los cuales, claro, no eran llevados consigo por los vendedores, excepto los objetos pequeños de fácil manejo-[4].

Era común incluso que los mismos ambulantarios, sentados en sus asientos durante un tramo del viaje, compraran algún producto de otro vendedor y tres estaciones más adelante se levantaran a ofrecer sus propios artículos. Los comerciantes eran a su vez consumidores de su propia industria, y esto propició no sólo una agonía más prolongada, sino el desconcierto general de la población. Era imposible saber quién era ambulantario y quién no. Hasta que al final todos lo eran. Y no.

Pronto, conforme la crisis se profundizaba, los demás países del mundo comenzaron a copiar el modelo mexicano y a usar sus propios trenes subterráneos o metros como centros comerciales y de negocios. La oferta mundial era tan amplia como la imaginación más nutrida, aunque no abundaré en detalles. Lo único que diré es que, muy pronto, las bolsas de todo el mundo reubicaron sus sedes a los metros de sus respectivas ciudades. Más que una moda, se volvió una necesidad; el comercio mundial sintió la exigencia de volverse informal, quizá de encarnar simbólicamente la movilidad, al convertirse en ambulante, de que carecía en materia económica. Y no solamente eso, los ambulantarios comenzaron a desaparecer y a volverse ambulantes en toda la extensión de la palabra. Los pocos que aún tenían un trabajo formal lo dejaron y se dedicaron al ambulantaje de tiempo completo en el metro. Al principio, éste les proporcionaba un ingreso más sustancioso –aunque después todo terminó siendo igual o peor-. Le llamaron entonces “mercado universal”. Universal porque se podía comprar cualquier cosa;  universal porque cualquiera podía vender[5].

Trataron también de llamarlo “mercado sobre ruedas”, pero no funcionó, porque ya existían lugares llamados así que tenían una función similar, aunque en la calle; una idea igual de inconcebible para nuestra época en que las calles dejaron hace mucho de ser vías transitables para dar lugar a los habitáculos donde vivimos. Visto de ese modo, es posible afirmar que en nuestros días habitamos las calles de la antigüedad, por donde el mercado universal, hace apenas unos siglos, recorría la ciudad de norte a sur, de oriente a poniente, con su oferta cada vez menos comercial y más laboral. Hasta que un día, finalmente, cualquier oferta dejó de ser posible.

        El mercado universal dejó de recorrer las ciudades del mundo en 2095, cuando se declaró en bancarrota tras el colapso definitivo de la economía internacional y el deceso del antiguo sistema económico.

 



[1] Ant.
[2] El CD era un formato de audio que comenzaba a entrar en desuso en esa época. Los CD en mp3 contenían archivos comprimidos (mp3), lo cual permitía almacenar una mayor cantidad de datos, en este caso, canciones.

[3] Jorge Fernández Castro, El México dinámico: una historia del transporte público pre proto informático, p. 185.

[4] Estoy consciente de que varios artículos de la lista pueden resultar incomprensibles para el lector, por lo que incluyo un glosario en el apéndice a este artículo.
[5] Francis Marshall, Ambulantarism”: The Mexican Model of Economic Survival,p.p. 284-290.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Las chicas del espejo


Por: Maru Luarca
Twitter: @Lady_micu


Una de las que soy tiene la piel bronceada y usa las uñas rojas. Salta de la cama antes del amanecer para recorrer las calles de esta ciudad que somos con la desvergüenza asomando por debajo de la falda. Me gusta cuando llega de visita con su risa diáfana llenando los recodos del artesonado azul sobre nuestras cabezas. Se adueña de la voluntad y mientras besa profundo y con desenfado, su tozudez nos empuja divertidas directo al despeñadero.

 

La otra debe tener alrededor de 13 años. Es pálida, vacilante y puedes amedrentarla blandiendo un labial fucsia a 5 centímetros de su cara. Vive agazapada entre las líneas 104 y 105 de un libro laberíntico. Alguna vez me dijo que le cuesta reconocer su propia voz porque simula el ulular del viento entre los árboles o el sonido seco de la mar rompiendo olas sobre el acantilado. Cuando nos ciñe la noche, le dejo caramelos de miel debajo de la almohada.

 

Existe una tercera. La de la mirada que asemeja una bóveda gris e infinita en la que tienes ganas de batir las alas para saber a qué sabe el cielo. Su cuello huele a pan tostado con mantequilla y besa profundo como la primera, pero a diferencia de aquella, sabe trazar senderos que llegan al corazón. Ella me enseñó a tocar el piano y con sus manos delgadas borda en las nubes palabras que seducen.

 

La cuarta es María. Cuando hablo de ella, describo la lluvia. A veces leve, y otras, borrascosa. Como el agua celeste, puede precipitarse con violencia desvaneciendo el paisaje bajo sus pies. Sabe también anunciarse en el medio de una sofocante tarde de verano con gotas gruesas y escasas que poco a poco se convierten en un aguacero que refresca el aire y lo hace respirable. "Eres la mar en el cielo", le digo, y a veces sonríe y me besa. Otras, suelta su furia ocupándose de borrarme a mí.

 

Debajo de la puerta veo las sombras inquietas de las otras que habitan las calles de esta urbe que nos contiene. La llave se mece en mis dedos calculando el momento de abrirles la puerta e invitarlas a beber el té.

Nada

Por: Mayra Carrera

Twitter: @Advanita


Dicen que el que busca encuentra.
Yo jamás encontré nada, porque nada busqué.
Y hoy que me decidí a buscar, encontré.
Y estoy aquí, incapaz de sentir o decir nada.
Podría decir muchas cosas y solo atino a cerrar el puño.
No es en señal de guerra, en realidad es de derrota.
Fui derrotada por gente que ni sabe que habíamos tenido una guerra.
Gente que me hirió sin necesidad de usar un arma.
Y ahora estoy aquí, en la trinchera, desolada, buscando nada.
Todo ya encontré.
Y aquí, todo está en ruinas.
Y ellos, allá, pasean por una ciudad llena de luces.
Y esas frases trilladas que ya no quiero escuchar.
Y Dios.
Y la biblia dice…

No sé qué diga la Biblia, ni qué opine Dios, no sé si me lo merezco, no sé si el karma, no sé si el destino, no sé si “saldré de esta y lo superaré”; solo sé que la culpa es mía, por perdonar y creer en la gente, aquella que dijo que nunca más me lastimaría.

Vaya, quizá sí me lo merezco por ser tan ingenua.

Y sigo aquí, pensando ya en nada.

Y de esta guerra perdida, tampoco pediré la revancha.

Estoy muy muy cansada.

Seguiré aquí, escribiéndole a la nada.

 

martes, 20 de noviembre de 2012

Andate, viejo

Por: Ángel Valenzuela
Twitter: @MetaFicticio


Sabés que vienen por vos. Ya se escuchan sus voces enardecidas. Querés apurarte pero el frío de junio es implacable con tus huesos trajinados. ¡La concha..., la llave! Entonces abrís la caja metálica y sin pensarlo mucho agarrás la plata del diezmo. Dios sabrá entender.

Una piedra atraviesa el cristal. Las viejas que antes rezaban estallan en gritos. Vos querés gritar también pero hay que amujar las orejas.

“Por quemar la bandera,” escuchás a las mujeres pero eso vos ya lo sabías. Adivinaste que las consecuencias no se harían esperar desde que el presidente barullero los insultó. “Son bosta de paloma,” dijo. “Mierda liviana que no tiene ni olor.” Claro, tus superiores se hincharon de enojo. Te ordenaron quemar en público su bandera y ahora el pueblo simpatizante viene a buscarte. Aunque vos sabés que esa no es la razón de fondo. En todo caso, con la quema sólo les diste el pretexto para hacer explotar esta guerra que ya llevaba tiempo fraguándose.

No hay tiempo que perder. El bombardeo a la Casa Rosada desató el infierno y sabés que ya vienen por vos. Atravesás la nave central hasta llegar al pórtico. Andate, viejo. Salí. Confundite entre la turba. ¡La sotana, boludo! Tenés que tirarla ahora si no querés clavar el pico.

Podés escucharlos gritar sus consignas. “Viva Perón. Abajo el Papa.” Los mirás escondido, desde las columnas. Se apostaron en la Plaza de Mayo. Agitan los brazos, apuntan sus armas al cielo cubierto de humo. Pensaste que se salvaría, que no serían capaces, pero prenden fuego a la Catedral. La mirás arder también en la pira de iglesias porteñas.

Apretá el paso, carajo. El frío no... Ya te vieron. Alguien te reconoce y apunta con el dedo. Andate, viejo. Pronto. Sabés que vienen por vos.

 

De hogueras y sueños

Por: Víctor Alejandro Burgos

Twitter: @budasufi

 

Llegué —no sé cómo ni cuándo— al paraje más desolado de todos. Un largo camino de tierra que serpenteaba como un reptil silencioso hasta perderse en la niebla. Charcos, pozos, rastros de un aguacero recién desprendido de la nube. Una cerca solitaria que delimita una frontera invisible que a nadie le importa, se irgue desde el suelo hasta mi cintura, paralela al camino de tierra que serpenteaba como un reptil silencioso hasta perderse en la niebla. Mis pasos se hunden, delante de mí, en el fango; ya he dado los pasos y he recorrido el camino. En éste lugar el tiempo no existe, ni fuera ni dentro de nosotros. Todo ocurre inconteniblemente como el río ahogado que vuelve a su cauce.

 

Miro —sin mirar, pues mis ojos han desaparecido— una hoguera que se levanta en medio del camino de tierra que serpenteaba como un reptil silencioso hasta perderse en la niebla. Atadas al mástil, todas mis visiones diurnas, lo que dije, lo que hice y lo que vi. Aporreadas, sangrantes, maltrechas. Gritan, piden ayuda, lloran. No puedo hacer nada, no puedo moverme. Tienen las vestiduras rasgadas y la piel llena de heridas. Un anciano, cansado, apila maderos a los pies de la hoguera ignorando toda la gritería.

 

— ¿Qué hace?— le pregunté.

 

— Hago sueño— me responde sin detenerse. Los maderos, al golpearse los unos con los otros, producen un ruido seco. Como cadáveres que cae se amontonan en una fosa común.

 

— Sí, exactamente “como en una fosa común” —repitió intentado ocultar el bosquejo de una risa.

 

— ¿Le causa gracia?

 

— La verdad, sí. Fue una metáfora bastante precisa.

 

— ¿Cómo supo lo qué…?

 

— Lo sé —seguía sin mirarme y los maderos continuaban cayendo unos sobre otros.

 

Permanecí quieto, observando al anciano realizar su tarea. Sus movimientos eran exactos pero cansados, fatigados y repetitivos. Los maderos no parecían acabarse y la hoguera se hacía cada vez más grande. Una tras otro, uno sobre otro.

 

— Listo. Ahora préndele fuego —dijo finalmente mirándome. Su rostro me era familiar, parecido.

 

— ¿Cómo?

 

— Sí, enciende el fuego. ¿Nunca has hecho esto antes? —me miró desconfiado.

 

— Pues no, nunca.

 

— ¡Bah! No importa. Vamos, préndele fuego a la hoguera y verás.

martes, 13 de noviembre de 2012

Nunca hubo tanto como hoy

Por Bibiana Faulkner

Twitter: @hartatedemi

 

Aprendí que las ganas


no se extinguen


ni queriendo quemarlas.

 

Entendí que los sueños


también se sufren;


que dan miedo


tanto como duelen.

 

Escribí que besar


es aprender a hablar,


pero sin voz.

 

Entonces nunca,


nunca hubo


distancia más abismal


de mis manos


a las tuyas,


de mi cuerpo


a tu cama,


de tus alas


a mi espalda;


nunca hubo

tanto 
como hoy.

 

Descubrí,

que 
el mejor camino


descansa en
tus pechos


y la mejor 
rendición


habita entre 
tus piernas.

 

Y que la batalla


mejor perdida,


siempre has sido tú.

lunes, 12 de noviembre de 2012

TPP: pacientes, patentes, tratados y mercados

Gustavo Leal Fernández

Al decir de Hedwing Lindner -socia de Arochi, Marroquín&Lindner- el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por su siglas en inglés) se negocia en lo “oscurito” en materia del capítulo de protección intelectual. Con ello se están protegiendo intereses del sector farmacéutico -al disminuir requisitos formales para otorgar patentes, extenderles vigencia (más de 20 años), aceptar las periféricas o secundarias y rechazar la bioequivalencia- en “detrimento” del desarrollo pleno de la industria nacional.

Los “excesos” alarman puesto que “pareciera” que se pretenden patentar “métodos de tratamiento quirúrgico y diagnóstico”, lo que implica que “no se podrá operar a pacientes con metodologías que salven vidas y que ya hayan sido patentadas” advierte. Se desconoce a ciencia cierta “cuántos” son los capítulos del TPP “que ya tienen avances sustanciales”. Así que México, sentencia Lindner, estaría por firmar un contrato de adhesión “preacordado, sin haber negociado, ni defendido los intereses de los mexicanos, convirtiéndonos en simples receptores de bienes y servicios” (El Financiero, 16.8.12).

Hay quién estima que México tendrá que negociar el equivalente a 10 tratados comerciales a la vez cuando se materialice el ingreso al TPP.

¿Qué mercados buscan amparar con el TPP?

En primer término, el farmacéutico. Para la consultora IMS Health el mercado mexicano suma un costo anual de 14 mil MDD y los países de dónde se importa la mayor cantidad de productos son Canadá y Estados Unidos. Desde que México eliminó en 2008 el requisito a las firmas de tener planta en el país para expender sus artículos en el mercado nacional, las compras de medicamentos al exterior se triplicaron: 54 millones de productos en 2008 frente a 152 millones en 2011. Este incremento deriva también de que se han apresurado los permisos para compras externas de fármacos, insumos y dispositivos médicos.

Al decir del Comisionado de Fomento Sanitario de la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) Francisco Acosta Minquini, México gasta en promedio 28.3 por ciento en medicamentos, porcentaje superior al gasto promedio de 17 por ciento de los miembros de la OCDE: “los precios aún son altos”.

Según la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (CANIFARMA) el sector ocupa el segundo lugar en el sector industrial; ha crecido por encima del PIB (representa 1.2 por ciento) y la industria manufacturera (representa 7.2 por ciento), así como en su nivel de inversiones (160 mil MP entre 2007 y 2012), ventas (195 mil MP en 2012) y empleos (76 mil directos en 2009). Se aguarda que -para 2013- las exportaciones hacia Brasil, Argentina, Colombia, Chile y Cuba crezcan 25 por ciento. Las inversiones incluyen las tres especialidades del sector: medicamentos para uso humano; dispositivos médicos y fármacos de uso veterinario.

Para Rafael Gual, director de la CANIFARMA, es claro que a pesar de que los laboratorios establecidos en México surten la mayor parte de los medicamentos que consumen los mexicanos, la balanza comercial 2011 fue deficitaria porque se importó más (4 mil 540 MD) de lo que se exportó (mil 773 MD). Frente a este cuadro, la alternativa de CANIFARMA consiste en impulsar nuevamente la fabricación de farmo-químicos en México.

Y es que hacia 1977, México producía 35 por ciento de ellos (o principios activos), situación que se preservó consistentemente hasta 1985. Diez años después todavía podía apreciarse que 94 firmas de farmo-químicos abastecían hasta el 67 por ciento de las necesidades nacionales, mientras el sector ostentaba un superávit anual cercano a los 40 MD.

La llegada del Tratado de Libre Comercio (TLC) alteró el panorama fortaleciendo la importación de insumos. El número de empresas disminuyó a 48 para surtir apenas el 55 por ciento de la demanda de la industria. Hoy día sólo sobreviven 20 fabricantes de principios activos (Reforma, 3.7.2012).

Por su parte, los laboratorios nacionales agrupados en la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos (AMELAF) se oponen a la implementación del Acuerdo porque, al decir de su presidente -Ricardo Romay- “extenderá cinco años más las patentes de productos”, lo que frenaría la innovación, afectando a la “sociedad, instituciones públicas, laboratorios y distribuidores nacionales”. En su opinión, el gobierno estadounidense y sus multinacionales (Pfizer, Eli Lilly, MSD, Johnson&Johnson, Amgen) se encuentran “detrás de la adhesión de México al TPP ya que saldría beneficiadas con las modificaciones en materia de propiedad intelectual. Nos inconformaremos por canales legítimos” (El Financiero, 13.9.12).

Intención que confirmó el propio secretario de Economía, Bruno Ferrari, al confirmar que “se ha reunido” con las diferentes cámaras empresariales para “asegurar” que la opinión de los laboratorios nacionales se tomará en cuenta y “considerar prematuro hablar sobre el tiempo de ampliación de la protección intelectual de los medicamentos” (El Financiero, 14.9.12).

Ya desde los tiempos de Julio Frenk como secretario de Salud del foxismo se insistió reiteradamente en la conveniencia de respetar rigurosamente el sistema de patentes, aceptado por México con la adopción del TLC, salvaguardando así los intereses legítimos presentes en la arena de la política pública.

Pero ¿quién vela por la suerte de los pacientes y los intereses nacionales en materia de protección intelectual en las negociaciones -en curso- de ese Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica?

Redacción:

El presente artículo del doctor Gustavo Leal Fernández, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco, se publicó por primera vez en el periódico La Jornada, el sábado 10 de noviembre de 2012.

Transas en la sección 34 del SNTSS

Serían “punta de iceberg” y referente de lo que sucede a nivel nacional

Valentín Cardona

Noviembre 12 de 2012


Desde el 23 de mayo del año que corre, un supuesto “serio e irreversible problema de salud” dejó fuera de acción al capo mayor del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), Valdemar Gutiérrez Fragoso, personaje oscuro con evidencias familiares y documentadas de ligas con el narco.

Tras la ausencia del “líder”, se rebatieron al interior del CEN bandas en busca del poder y del control de la agrupación. Tocó a la parentela del capo buscar seguir con el control del poder en el sindicato en todas sus esferas, y para ello, tuvieron el apoyo –como el capo- de la actual administración panista.

La parentela del capo y sus aliados encontraron en Manuel Vallejo Barragán al títere que supliría a Valdemar y para ello convocaron a elecciones para renovar la dirigencia. Desde la disidencia, el doctor Miguel Ángel Van-Dick Puga ofreció la competencia más seria a la mafia sindical aferrada al control de uno de los gremios más números e importantes de América Latina y del mundo.

Como era de esperarse, ganó la impunidad calderonista y, tras pasarse literalmente por el arco del triunfo el orden estatutario del SNTSS, la Ley Federal del Trabajo e incluso podría decirse, la Carta Magna, el “capito” Vallejo Barragán se apoderó del gremio, es decir, el espíritu de Valdemar y sus intereses aún predominan en el sindicato.

Todas las secciones que integran al sindicato a nivel nacional están podridas, tal y como lo publicó desde 2002 Imagen Médica en una nota titulada “Se pudre el sindicato del IMSS”, entonces presidido por Fernando Rocha Larrainzar, por cierto, recientemente fallecido por causas desconocidas y de acuerdo con información proporcionada a Imagen Médica, por una sobre dosis de cocaína; nada extraño dadas las adicciones de Rocha al polvo blanco.

Y como muestra de la descomposición del sindicato, todo a cambio de disminuir las conquistas de los trabajadores, basta el botón de lo que sucede en la sección 34 del poderoso gremio. Queda aquí una pequeña historia:

 

Las transas de Gachúz

 

De acuerdo con información proporcionada a Imagen Médica por trabajadores de la sección 34 del sindicato, se realizan cambios escalafonarios y de categorías de un plumazo, con el objeto de aumentar los salarios percibidos antes de tramitar una pensión.

Entre otros se incurre en delitos del orden común y federal, con la complicidad de autoridades del instituto –Daniel Karam-, bajo tratos oscuros a los que los trabajadores ordinarios no tienen acceso.

Como “punta del iceberg” y ejemplo “de cómo el poder permite realizar actos deshonestos y corruptos”, Susana –trabajadora de la sección 34- detalla los pasos truculentos seguidos por el enfermero Andrés Gachúz Gómez -también secretario general de la sección 34 que abarca entre otros, el Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS-, para incrementarse el salario y así poder obtener una pensión superior a la que por ley le corresponde.

 

Gachúz Gómez tiene el número de matrícula 3561194, e ingresó al sindicato con la categoría de auxiliar de enfermería, sin embargo, de una quincena a otra y de repente comenzó a cobrar “como enfermero especialista en salud pública”. De hecho, el cambio parecería normal, comenta Susana, sin embargo, acusa: “no tenemos conocimiento de que haya realizado curso alguno para obtener esa categoría”.

Otro caso sucio en el que Gachúz metió las manos es el de Benito García Cruz, quien se apuntaba para suceder a su jefe en la secretaría de la sección. Resulta que García Cruz cobró hasta la primera quincena de septiembre como técnico en radiología, categoría que mantuvo por años. Sin embargo, a partir de la segunda quincena de septiembre comenzó a cobrar como “químico clínico jefe de sección”, situación que generó indignación y malestar entre los verdaderos químicos.

Susana relata que Gachúz pidió a Benito García se jubilara y como resultado aparecieron esos cambios extraños de categorías y por consiguiente mayores pagos se reflejaron en el tarjetón correspondiente –copia en poder de Imagen Médica-. Según Susana, para acceder a la categoría a la que llegó Benito de un plumazo, primero se requiere obtener la categoría de químico clínico y después presentar un examen para poder ocupar la jefatura de la sección.

Y cuenta que hay muchos químicos que han presentado el examen correspondiente y están esperando haya una base para ocupar la jefatura. Ante la indignación –prosigue Susana-, preguntaron en Profesiones, donde obtuvieron como respuesta que no se encontró cédula profesional alguna que ostentara a Benito García como químico.

 

Más transas

 

A las turbias maniobras de Gachúz y García se suma la de María Isabel Vázquez Bernal -esposa de Benito García-. Esta mujer con número de matrícula 5952875, ingresó al sindicato como oficial de puericultura e igual, como por arte de magia cambió de categoría la segunda quincena de septiembre; desde entonces es “jefe de oficina A 80”. Susana cuenta que estos puestos son escalafonarios y se integran por 5 categorías, es decir, para ocupar la jefatura 80 se deben presentar 5 exámenes e ir subiendo de categoría progresivamente.

Susana acusa que todos los movimientos realizados por Gachúz, García y Vázquez Bernal son un fraude al Contrato Colectivo de Trabajo y al Régimen de Jubilaciones y Pensiones, pues argumenta, “pretenden obtener una pensión mayor a la que les corresponde”.

Y no es todo, de acuerdo con normas institucionales, la autorización de cambios de categoría y de escalafón son analizados por sindicato e instituto por una “comisión mixta”, misma que sería cómplice de estos cambios sin sentido y fraudulentos.

Como director del instituto, Daniel Karam no estaría exento de culpa, por lo que podría ser llamado a cuentas aún terminada su gris y triste gestión frente al IMSS.

De acuerdo con información en poder de Imagen Médica, son cientos los casos –tal vez miles-, a nivel nacional y en todas las secciones del sindicato, en donde la alteración de tarjetones es común y la repartición de prebendas son el instrumento ideal de cooptación.

Los dueños de los tarjetones alterados y poseedores de estas prebendas son los que acuden a los “congresos” y levantan el dedo no para elegir a su representante, sino para preservar sus canonjías e impunidad.

380 mil son los paganos…, y si no, pues nomás revisar a fondo los expedientes de los 900 y pico de congresistas que votaron a favor del capito Vallejo Barragán en el último –y presuntamente ilegal- congreso en el que supuestamente se erigió como secretario general.


viernes, 9 de noviembre de 2012

Indestructible

Por: Daniel Payares

Twitter: @Errordematrix


A diferencia de nosotros, la tortuga nace armada de valor. Deja la tierra para echarse al mar, sin saber de qué está hecho, quién lo habita o dónde termina. Aprenden a volar bajo la línea del horizonte desde muy temprano; no conocen de peso, de caídas, ni de imposibles. El caparazón es su casa, siempre llevan el techo consigo; a diferencia de nosotros los humanos, que acostumbramos llevar las paredes. Cuando dejan una huella es para siempre; el mar no borra sus huellas, las absorbe, porque son parte de él. Toman la vida con lentitud, como quien saborea el aroma del café caliente y lo deja dar un paseo por todo el sistema respiratorio antes de tomar el primer sorbo, porque ya el mundo es lo suficientemente rápido como para luchar contra él. Tienen las mejores líneas de expresión de todo el reino animal, inspiran sabiduría; me hacen recordar a mi abuelo sentado en la mecedora, contando la historia real de cosas que nunca hizo. Manejan con gracia el peso que llevan a cuestas y eso las hace indestructibles; podríamos aprender mucho de ellas.

Un tipo rudo que no baila o un poeta vestido de rockero

Por: Gabriel Umaña

Twitter: @literficio

 

Estamos colgados cabeza abajo

al borde del aburrimiento.

Estamos alcanzando la muerte

en el final de una vela.

Estamos intentando conseguir algo

que ya nos ha encontrado*.

Jim Morrison

 

 

Lo imagino moviéndose con torpeza frente a una mujer exuberante, bella. Mi mente lo dibuja con olor a whisky, con la mirada enchapada en corrosivo metal, con las manos temblorosas aforrándose al cuerpo femenino. Presumo de su imagen estática —pasmada—, tratando de moverse como ella, consiguiendo con su esfuerzo que su cuerpo parezca convulsionar en cámara lenta, como si estuviese imitando los comandos sincrónicos de un autómata. Aprovechando la secuencia del baile, lo veo rodeándola con los brazos, restregando su miembro sobre las nalgas de ella.

 

Supongo que no conoció de reguetón, champeta o merengue. Supongo que de haber tenido ocasión de internarse en uno de los establecimientos de Cuadrapicha (en el sur de Bogotá), habría pensado del baile como una mierda tercermundista increíblemente sexual. Lo supongo, como una reflexión interior que pretende derrotar los límites del espacio y el tiempo.

 

Cuando le preguntaron a Bukowski (padre del realismo sucio y uno de los escritores estadounidenses de mayor influencia en las letras jóvenes latinoamericanas de la actualidad) por la obra de Norman Mailer, respondió que le gustaban sus mujeres. Y es que Mailer se casó seis veces, apuñaló a su segunda esposa y, sin dar crédito a los métodos anticonceptivos, tuvo nueve hijos.

 

A Mailer se le conoce como el escritor egocéntrico por excelencia. Un tipo rudo, bien informado, contestatario. Acusado por muchos de racista, estuvo en la cárcel luego de participar en una de las tantas marchas que en los años sesenta se levantaron en contra de la intervención norteamericana en Vietnam. Fue periodista, ensayista y guionista de cine.

 

“Los tipos duros no bailan” es el título de una de sus novelas más comentadas. En 287 páginas, Mailer cuenta la historia de un escritor martirizado por el fracaso de su obra, que un día despierta en medio de una terrible resaca (guayabo para Colombia y sus gentes, entre las que me incluyo), con el recuerdo vago de un asesinato, del cual podría haber sido el autor material. Invadido por la incertidumbre de la presunta culpa, se sumerge en el mundo sórdido de los Estados Unidos, narrando, sin pretensiones gramaticales, su búsqueda de la verdad en medio de un ambiente machista, contaminado por el homosexualismo.

 

Idealizado por muchos, Mailer se paseó por la agenda mediática norteamericana despotricando de los políticos de su país, levantando ampolla con cada línea hasta convertirse en un ícono de las letras de la contracultura, pues este gringo que de vivir en Colombia hubiera sufrido el mote de ‘dumbo’ y tal vez hubiese terminado muerto en una riña callejera luego de una noche de copas en algún prostíbulo de la “Zona de Tolerancia”, es una de las influencias más fuertes que tuvo Jim Morrison a la hora de escribir sus versos.

 

Que sirva entonces su amarga crítica contra el sistema, el derroche de verbo opositor, su vida cargada de excesos, la belleza de sus mujeres, y las canciones de los Doors para reconocer que los tipos duros no bailan. Por lo menos en el primer mundo así parece ser.

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*We're perched headlong/On the edge of boredom/We're reaching for death/On the end of a candle/We're trying for something/That's already found us. (Freedom Exists - Jim Morrison)

Una antítesis con olor a sexo

Por: Alejandra Coral Mantilla

Twitter: @ayflaca

  

Recuerdo que dijo una broma estúpida y su presencia me resultó irrelevante. Incluso al segundo y tercer día. Incluso después de una semana. Intrascendente.

 

Pensé que su paso sería efímero y difícil de recordar y cuando alguien dijera su nombre, yo preguntaría ¿quién? Pero no fue así. Fue todo lo contrario y fue mucho peor.

 

Su presencia se volcó en mi vida como si yo le hubiese pedido que lo hiciera. Como si hubiera descubierto que necesitaba de ella. Como si hubiera sabido que por dentro estaba desesperado por su rostro, por su mirada, por sus gestos. De hecho, ni yo lo sabía. No sabía que vivía callando mi ahogo. No lo sabía. Hasta que después del segundo y tercer día y después de una semana, lo descubrí. Me descubrí. La descubrí.

 

Digo que descubrí el agobio que llevaba dentro y digo que me descubrí observándola,  admirándola, deseándola… y la descubrí provocándome de la manera más perfecta. Intentando parecer ingenua, la muy descarada. Sin gestos, ni contoneos al estilo de las musas que ya conocemos, sin utilizar los recursos pomposos. Me provocaba de frente. Sarcástica y mordaz. Me envolvía en sus deseos y yo me quedaba endeble, atónito, intentando responder rápido para parecer gracioso e inteligente. Y cuando lo hacía, ella se sonrojaba. ¿Por qué lo hacía? ¡Maldita! ¿Quién autoriza a una persona a comportarse de esa manera? No puedes aventarte sobre un hombre así y después, sonrojarte. Ahí, estúpidamente me sentía culpable. ¿Acaso me pasé? ¿Soy un acosador? Dudaba. Una niña me hacía dudar. También me hacía sudar y también me hacía temblar. Estaba atrapado. Era un juego ridículo. Me sentía como una rata chocando contra todas las paredes en un laberinto de laboratorio. Y ella riendo, exitosa.

 

Siempre imaginé que a mi edad, me fijaría en una mujer exquisitamente femenina, que con su ropa llena de pliegues y flores y encajes, me sonreiría dulcemente cada vez que yo le lanzara un cumplido. Y que lo haría por simple diversión. O todo lo contrario. Quizás me fijaría en una mujer con tacones de 15 centímetros, faldas sugerentes y lipstick rojo. Que se contoneara con su escote en V y me guiñara el ojo cada vez que yo le lanzara un cumplido. Y que también lo haría por simple diversión. Pero no. De pronto me encuentro con la antítesis con nombre de mujer. Una mujer en el limbo de la edad que evoca rasgos de inmadurez y pretensiones de decisión. Una niña para mí. Una niña con ínfulas ocultas. Nunca imaginé que a mi edad, me fijaría en ella. Ella, sin ropa de encajes, ni flores, ni pliegues, ni dulzura, ni tacones, ni faldas sugerentes, ni lipstick rojo. Ella, en cambio, así con un maquillaje descuidado, peinada a la ligera, sin curvas sugerentes, ni contoneo femenino. Para nada. Jeans, malas palabras y sin signo alguno de interés por el mundo. Sólo ella. Así, sin tapujos. Me conquistó su rudeza, su falta de lógica, su perfume a sexo.

 

No estoy hablando de amor. Ese sentimiento es limitado, es surreal, es invisible, es utópico. No. Yo estoy hablando de pasión, de deseo, de ímpetu. ¡Esos sí que son sentimientos tangibles! Reales. Con sabor, olor, textura, sonido e imagen. Pasión. De eso estoy hablando. Ustedes lo conocen. Se introduce en el cuerpo, en el cerebro, en los sueños y yo ahí, endeble. Indefenso. Inútil. Impotente. Imaginando su espalda, su abdomen, su cadera, su lengua. Ahh… y ella se sonroja. Creo que lo sabe. Creo que puede sentir mi arrebato interno, aunque procuro disimular. Ella lo huele.

 

Y se sonroja. ¡Maldita!

 

Cualquiera la ve y dirá “¡Estás loco! No es para tanto”. Eso dirán cuando la vean por primera vez. Sí, no sé qué tiene que no te impacta de primera. Pero esperen. Es cuestión de detenerse un momento. Tal vez poner atención después del tercer día, o incluso, de una semana. Y ahí estarán: endebles. Y ella: sonrojándose.

 

Esa mujer rompió mi calma. ¿Amarla? Nunca. Ella no nació para ser amada. Nació para ser recordada.