Primera
parte
Valentín
Cardona
19
de febrero de 2014
La
implantación y puesta en operación de un “Sistema de Administración Médica e Información
Hospitalaria (SAMIH)”, con Expediente Clínico Electrónico (ECE) “incluido”, en
la Secretaría de Salud del Distrito Federal (SEDESA), ha servido al jefe de
Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa y a su secretario de Salud, José
Armando Ahued Ortega, para promoverse a diestra y siniestra en el país como vanguardistas
e innovadores en materia de salud.
Nada
más alejado de la realidad. Al contrario, el berrinche SAMIH arrastra en sí una
estela de incoherencias, imprecisiones y falta de planeación, factores
perfectos que conjugados abren paso a la corrupción y a la impunidad. A la
fecha, el SAMIH debería estar operando casi en un 80 por ciento; en la
realidad, el avance no llega siquiera al 15 por ciento, confían al autor
personal administrativo de distintos hospitales, supuestamente beneficiarios
del sistema.
En
los hechos, el SAMIH fue concebido como un mero esquema propagandístico y electorero,
sería una especie de experimento, que se transformó de repente en “proyecto
estrella” de Mancera y Ahued en la SEDESA y para todo el Gobierno del Distrito
Federal (GDF). Solo que el costo publicitario podría superar los 400 millones
de pesos y terminar convertido en una transa más de Mancera y Ahued en perjuicio
de las finanzas de la capital y en un frío derroche de recursos públicos a
pesar del detrimento cada día mayor de la calidad de la atención en la red
hospitalaria del DF, la falta de insumos, medicamentos, equipo y personal.
Mancera
y Ahued escogieron como parte del enjuague al poderoso Carlos Slim, mediante su
empresa estrella Teléfonos de México. Telmex a su vez se “asoció” con Everis, “una
consultora multinacional que ofrece soluciones de negocio, estrategia,
desarrollo y mantenimiento de aplicaciones tecnológicas, y outsourcing”, según
su página de Internet.
El
reparto multimillonario se hizo mediante el procedimiento de Licitación Pública
Nacional Presencial número LA-909014968-N01-2013, y se selló a través del
contrato DA-SEDESA-01-2013, vigente de diciembre de 2013 a diciembre de 2015. Según
el contrato, “las partes” establecieron que el GDF pagaría al proveedor un
monto de prácticamente 230 millones de pesos.
El
contrato también estableció que el GDF aceptaría “entregas parciales” y se
estableció al mismo tiempo una forma de pago en parcialidades fijas, sin
importar otra condición. Así las cosas y a pesar de pocos avances, el GDF pagó
a Everis-Telmex unos 125 millones en 2014; del 1 de enero al 1 de marzo de
2015, el GDF habrá pagado otros 53 millones, lo que representaría el pago del
75 por ciento del total contratado, contra un 15 por ciento de cumplimiento
real en el contrato.
Valemadrismo
y vicios ocultos
A
pesar de que la entrega de recursos públicos de parte del GDF a Telmex-Everis
sigue incesante, los resultados son poco prometedores. De acuerdo a la
información obtenida por Imagen Médica, una vez que se firmó el contrato,
autoridades de SEDESA y del GDF “se dieron cuenta” que no tenían la mínima idea
de lo que habían hecho, pues carecían en su totalidad de la infraestructura que
requería el tramposo proyecto SAMIH para entrar en operación.
“Es
como construir una casa sin cimientos”, dice una fuente entrevistada al autor. “Pasaron
varios meses en total valemadrismo y ahora estamos pagando las consecuencias”,
asegura.
Y
es que una vez firmado el contrato, los proveedores Telmex-Everis comenzaron a
exigir a Ahued Ortega y a Mancera Espinosa los requerimientos mínimos para
comenzar el proyecto contratado, pues realmente no existía nada para que se
iniciara. Telmex-Everis sabían que existían infinidad de vicios ocultos en la
licitación y por eso le entraron.
El
letargo de Miguel Ángel Mancera llegó a tal grado, que seis meses después de
iniciado el proyecto, los proveedores se vieron en la necesidad de fijar sedes
alternas para la ubicación de los servidores que servirían de base al
fantástico SAMIH, al tiempo que, de forma desesperada, el GDF comenzó a tirar
palos de ciego y contratar servicios de reparación de antenas de transmisión de
datos, licitaciones al vapor de computadoras, impresoras y accesorios
necesarios para el funcionamiento del sistema, lo que en realidad ha aumentado
el costo del proyecto SAMIH hasta casi el doble.
“Pero
eso sí -asegura nuestra fuente-, dos o tres veces Ahued Ortega y Mancera
Espinosa han convocado a los medios a acudir a hospitales en donde supuestamente
ya se instaló el SAMIH de manera satisfactoria, pero es una mentira, un
valemadrismo –repite-, se contrató un servicio para 31 hospitales de la red de
SEDESA y quieren vernos la cara de pendejos con supuestas entregas parciales en
medio de faramallas publicitarias”, remata. En tiempos electorales, Mancera
está desbordado.
En
países con un gobierno serio, las obras o servicios que se contratan a menudo
son “inauguradas” por los gobernantes que las anunciaron o prometieron, pero en
el caso de México, a los gobernantes les encanta “inaugurar” obras o servicios
a medias, incluso, obras que nunca se terminan o terminaron, es el caso de
Ahued Ortega y de Mancera Espinosa. Son la copia burda y vulgar del estilo Peña
Nieto de gobernar.
Como
remate, Imagen Médica pudo constatar que la supuesta “capacitación” al personal
de los pocos hospitales en donde el
SAMIH se ha “instaurado con éxito”, ha sido un fiasco rotundo, pues en “visitas
a la carrera”, los proveedores “han tratado de capacitar nada más para cumplir
un requisito del enmañado contrato”.
Entre
transas te veas
La
explosión de una pipa de gas de la empresa Gas Nieto en el Hospital Materno
Infantil de Cuajimalpa perteneciente a la red de SEDESA, dejó al descubierto la
compleja red de corrupción al interior de la SEDESA y del GDF. Ese era un
hospital construido en un 80 por ciento de tablaroca y de pésima calidad y en
el que no funcionaron los procedimientos básicos de protección civil. El
concepto de “hospital seguro” que tanto le gusta promocionar a Ahued Ortega y a
Mancera Espinosa en medios nacionales e internacionales, quedó también sepultado.
De manera “picuda” Mancera Espinosa hizo desplegar una intensa e inmensa
campaña publicitaria en donde los héroes del rescate fueron policías y
ciudadanos, la frase “solidaridad de los mexicanos” se explotó hasta el
cansancio.
A
Ahued Ortega y Mancera Espinosa les urgía un distractor de la tragedia, de los
muertos en medio de escenas dramáticas de angustia y de terror para disfrazar
lo que en el fondo era más que evidente. Hasta ahora, la estrategia les
funcionó de manera aparente, pues nadie acusa el evidente estado de las
instalaciones y a pesar del gasto que se ejerce para tratar de mantener los
hospitales “seguros”.
El
medio de comunicación Sin Embargo publicó: “El médico anestesiólogo Agustín
Herrera, quien se encontraba de guardia a la hora de la explosión, narró a que
llevaban cerca de 10 minutos percibiendo un olor a gas. Vio cómo el humo empezó
a entrar al hospital. Dijo que como las instalaciones están en una pendiente,
el humo avanzó hacia abajo, hacia el área de cuneros, que fue donde se sintió
en un principio la detonación. Cuando vio el humo, iba camino a un patio con
otros amigos. Por eso no resultaron heridos.
El
doctor Herrera dijo que el hospital no cuenta con salidas de emergencia. Hace
tres años, contó, como representante del sindicato solicitó una salida de
emergencia en la entrada que da al mercado. Hace 7 u ocho años, el hospital fue
remodelado. Desde entonces, las paredes son simples paneles de tabla-roca, Eso
pudo permitir que el fuego se expandiera o agudizara la gravedad de la
explosión.
La
médico laboratorista Laura Díaz dijo que ella pudo salir porque el encargado de
Recursos Humanos se lo indicó cuando vieron el humo. Narró que, para entonces,
habían pasado 12 o 15 minutos de que se percató del olor a gas. Díaz calculó
que hubo unos 20 empleados, entre enfermeras, camilleros y recepcionistas.”
Como
explotó una pipa de gas de una de las empresas gaseras más corruptas e impunes
del país, Mancera Espinosa encontró la forma de justificarse, pero en otro aspecto
de relevancia se encuentra que el GDF y la SEDESA erogan cuantiosos recursos
públicos y publicitan a nivel nacional e internacional sus avances médicos y
hospitalarios en materia de atención a pacientes quemados.
Según
Ahued y Mancera, “las quemaduras representan un grave problema de salud
pública, ya que además del riesgo inminente de muerte que tienen, existe una
alta posibilidad de dejar secuelas estéticas, de movilidad y funcionalidad.
Estos eventos súbitos ocasionan trastornos psicológicos, sociales, familiares y
laborales durante un periodo indeterminado o incluso, durante toda la vida.
Con
el propósito de disminuir los efectos antes mencionados, la Secretaría de Salud
cuenta con servicios especializados en el manejo de esta situación apremiante,
los cuales incluyen el tratamiento inicial, en estado crítico y la
rehabilitación correspondiente. Estos servicios se encuentran localizados en
Unidades para atención de pacientes adultos y pediátricos.”
Pero
ninguno de los pacientes tratados por quemaduras con motivo de la “tragedia” de
Cuajimalpa, fueron atendidos por la SEDESA ni por el GDF. Lo único cierto es
que con retiro de “miles de toneladas” de escombros del Hospital de Cuajimalpa,
Mancera Espinosa trata de sepultar también la red de complicidades y corrupción
al interior de su gobierno y de la SEDESA.
valentin_imagen@hotmail.com