martes, 1 de mayo de 2012

Y si me escucharas un poco más


Por Bibiana Faulkner


Desde que te fuiste me proclamé en la más vasta huelga de amor incumplido en manos de una mujer. Ese amor incumplido tuyo, esas manos de una mujer las tuyas.

He roto mi rutina dejando de salir a correr por las mañanas. La vecina guapísima que me alentaba a despertar tan temprano, se ha mudado igual que tú, solo que ella vació el lugar.

Te cuento que últimamente he charlado más con niños que con adultos; hay más niños solos que amantes en el mundo, ¿alguna vez lo habías pensado?

También siento haber envejecido. Los científicos bien dicen que la falta de sueño produce senilidad prematura. Y al paso que voy terminaré por alcanzar a mi abuela el mes que viene.

Desde que te fuiste me he enamorado tres veces: dos de ellas de la misma persona y el mismo día. Vieras qué cosa. Vieras qué mujer. Vieras qué domingo.

He tratado de cambiar (series de palabras nítidas que no dejan de ser dulces), todos los “he pensado en ti”, por “te he imaginado caminando en mi calle preferida”, mas como toda clase de conquista, siempre termino arruinándola, y también me ha dado por guardar preguntas como “¿Cuál es tu color favorito en el cielo?” como escape para cuando no tenga qué decir; nunca alguien responderá algún color oscuro.

Aprendí también a dejar de inventarnos al tiempo que más nos he llorado y decidí aplazar las respuestas que te incluían en preguntas que no quería ni escuchar.

Desde que te fuiste tuve que volver a pintar el color de la que era nuestra casa. El blanco nunca me gustó. Y sí, esos cuadros minimalistas en el comedor lucen tal como lo supuse.

Tus huellas me enseñaron que no existe mujer inofensiva y que si le hago el amor a muchos cuerpos estoy persiguiendo una sola intención, cual es el no descoser mi alma, cual es no colocar mi destino en ese par de brazos delicados que siempre suelo besar.

Y entonces me he fundido con el mar pretendiendo que llora por mí, he caminado sin parar pretendiendo que no hay quien me alcance y graciosamente me he puesto en dos manos pretendiendo que absolutamente nada pasará.

Después me echo a reír y pido que todo vuelva  a comenzar.